3. SER FELIZ ES UNA DECISIÓN
28 de enero de 2019
¡Hola a todos!
Empecé a escribir este post en uno de mis sitios favoritos del mundo, Posada Margherita, donde hace años memoricé una frase que hoy recupero para compartir con vosotros “Ser feliz es una decisión”. Esta frase aparecía ante mi en una pared de Tulum cuando hace años, dos meses después de empezar mi primera relación, vine con amigas a visitar a alguien que lo había dejado todo para empezar aquí de cero.
Entonces, esa frase me parecía la respuesta perfecta a mi situación amorosa; había tomado la decisión de ser feliz junto a él. Y aunque ese muro ya no está, es ahora cuando entiendo que la frase estaba allí grabada para que la recordara un día como hoy y, la aplicará como filosofía de vida cuando soy yo quien lo ha dejado todo para venir a vivir aquí.

Superados los primeros quince días de adaptación, sigo sin fumar y he retomado mi rutina de deporte (de la que os hablaré en otro post). Tengo que reconocer que hay una pregunta que me ronda bastante, Y ahora, ¿qué?
Cuando era pequeña siempre pensé en casarme joven. Me encantaba la idea de tener tres hijos y poder disfrutar de una “segunda juventud” junto al hombre de mi vida, como mis padres.
Mi hermana mayor, Paola, también se casó joven y yo, que siempre quise parecerme a ella, pensé que me pasaría lo mismo. Seguía soplando velas soltera, y mi hermana mediana, también soltera y feliz, se convirtió en mi nuevo referente a seguir, entre otras cosas, en cuestiones sentimentales. Ale ahora tiene un novio maravilloso, siempre supimos que no sería hasta que apareciera alguien que estuviera a su altura y E.S. ha cumplido nuestras expectativas con creces.
Esta espontánea reflexión, a la que que no pretendo encontrar respuesta en una galletita de la suerte, es algo que me intriga. Tengo claro que es una reflexión totalmente natural porque, con más de treinta años, un proyecto pasado en el garete y una vida totalmente nueva a la vista, no siempre es fácil mantenerme como espectadora ante lo que me deparará el futuro.
Justo antes de venirnos a Mèxico tuvimos la suerte de tener una misa en casa con un gran amigo de la familia sacerdote. En ella, el P.S. nos dijo algo que me tranquiliza bastante ante la reflexión que planteaba más arriba; “Dios nos pone retos, no problemas." Y por eso, cuando me entra algún bajoncillo por la inquietud del mañana, pienso en esta frase y me devuelve a mi estado de tranquilidad Caribeña.


Y como ser feliz es mi decisión, os cuento que muchas veces me encuentro embobada como si mi felicidad flotara por encima de mi. Esta sensación es, sin lugar a dudas, síntoma de paz y bienestar. Estoy convencida de que he llegado hasta aquí porque nunca he fingido mi estado anímico, sino que he ido dejando que las cosas sfueran encajando solas. Y un día mi ¿ahora qué? También encontrará su lugar.
Feliz semana a todos.