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yo, cebra

19 de enero de 2019

¡Hola a todos!

Antes de nada, ¡Feliz año! Aunque ya he sobrepasado el tiempo oficial para poder desearlo, al ser el primer post de 2019 creo que puedo permitirme la licencia.

Llevo bastante tiempo desconectada. La llegada a Madrid por Navidad se me hizo un poquito dura y aunque tardé en estabilizarme, después de un mes en casa lo conseguí con resultados muy positivos. He vuelto a hacer muchos planes que pensaba imposibles, porque los recuerdos me bloqueaban. Gracias a mi familia, amigos y a mi fuerza de voluntad he conseguido superar muchos de esos miedos. 

Además, tengo buenísimas noticias porque he terminado mi tratamiento de "pastillas para no soñar". Mi objetivo al irme a vivir a fuera era exactamente ese, estabilizarme y dejar las pastillas. La parte del tabaco la deje un poco en stand by cuando hablando con mi médico, le comenté que tenía incluso más ansiedad que cuando fumaba. Me recomendó primero dejar la medicación de forma ordenada, y una vez comprobáramos que me sentaba bien, luchara contra el tabaco. Ahora que hemos confirmado que sin pastillas estoy muy muy bien, también he dejado el tabaco, llevo ya 10 días sin fumar, desde el 9.1.19 (me gustan los números capicúa)

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Foto: - desconocido -

"Una última calada"

Ya de vuelta en México y muy bien acompañada, creo que es el momento perfecto para tocar un tema del que tenía muchas ganas de escribir. Cada vez que lo intentaba y volvía atrás sobre mis palabras, me desdecía porque no lograba explicar, de forma ordenada, todo lo que hay dentro de mi cabeza. Pero hoy, para dar la bienvenida al primer post del año, voy a hablar del complejo mundo de las adicciones y, más en concreto sobre las personas co adictas. 

 

2018 ha sido para mí un año muy duro, ha terminado el año en el que me he enfrentado a muchos demonios, el peor de todos, a mí misma. Volver a reconstruir las piezas de la vida que durante tres años dejé atrás, no ha sido fácil. Pero hacer examen de conciencia y, que la balanza de lo positivo pese mucho más que la de lo negativo, me encanta y por eso ahora sólo toca sonreír. Hace unos días publiqué en Instagram una frase que me encantó y que tiene todo que ver con mi historia. 

"Dios destruye tus planes cuando están a punto de destruirte a ti”

 

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Foto: - desconocido -

"Sólo toca sonreír"

Confío en que daré una y mil veces gracias a Dios por destruir esos planes que hace un tiempo me parecían perfectos . Durante el año que ya ha pasado, como sabéis, he asistido a diferentes terapias. En ellas, la parte más interesante me ha parecido el trabajo de introspección que he realizado. La introspección es la observación que una persona hace de su propia conciencia o de sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos. Y, aunque nada me ha sorprendido más de lo normal, sí me ha gustado saber identificar mis patrones de conducta para tratar de no volver a repetirlos.

Desde pequeñita siempre he tenido la mala manía de intentar "salvar" a las personas. Si entre un grupo de seis personas había cinco en perfecto estado y tan solo una con algún problema, a mí era ella la que me llamaba la atención y a la que trataba de ayudar. Mi dilema llega cuando, tras varios intentos, esa persona no quiere ser salvada. La realidad es que yo no soy quién para salvar a nadie, pero el hecho de no conseguirlo se convertía en una sensación de fracaso absoluto hacia mí misma. 

At the end you realized

you didn't have whatever magic

that turns a beast into a Prince.

Y en referencia a este tema, quiero hablaros del libro Por qué el amor nos duele tanto, de Leticia Etxebarieta, a quién descubrí hace unas semanas tomando café con unas amigas. Hoy tomo prestada una pequeñísima parte del libro que me pareció súper interesante, no sólo por el contenido en sí, sino porque a la tan recurrente pregunta; - Si fueras un animal, ¿cuál te gustaría ser? - Yo, siempre respondía, antes de conocer la existencia de este término: Yo, Cebra. ​

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Foto: @pinterest

"Yo, Cebra"

Por qué el amor nos duele tanto

 

Hay un tipo de personas que se convierten en presa fácil para el abuso psicológico: la cebra.

Es el nombre clave que algunos psicólogos dan a las personas superdotadas,

que nada tienen que ver con el término que todos conocemos.

De hecho, las cebras, no suelen tener alto rendimiento académico.

 

Se trata de Personas Altamente Sensibles.

A éstas personas se la suele envidiar y despreciar a la vez.

Porque se las percibe como especiales, por eso fascinan,

por eso también causan miedo, porque lo diferente da miedo.

 

El primer insulto que recibirán es el de "loca".

Y como las cebras siempre se han sentido diferentes, alguna vez han pensado que estaban locas.

Así que es muy fácil hacerle creer que efectivamente lo está.

Pero no lo está. Sencillamente, tiene un patrón de pensamiento distinto.

 

Y este entonces es el resumen de mi vida y por eso lucho, porque no necesito salvar a nadie para ser feliz, porque tengo que serlo porque yo estoy a salvo y en paz. 

Porque aunque sé que 2019 es sólo un número, me gustan los impares y estoy segura de que todo el trabajo bien hecho siempre, siempre, tiene su agradable recompensa y ¿por qué no? creo que ahora me toca a mi.

Un beso a todos.

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